11/12/10

Noche

16-2-2009

Una noche preciosa, bastantes estrellas desde la terraza con sólo ayuda de los prismáticos pequeños.
Las pléyades se distinguen a simple vista y se distinguen todas con los prismáticos.
La nebulosa de orión también se ve con ellos. Parece un algodoncito.
Una estrella fugaz.


10-12-12

Tiene su encanto, saber en qué pensaba exactamente esa noche. Por más que lo intento, no soy capaz de recordar ningún acontecimiento, ningún detalle, de ese mes de febrero. Y fue tan sólo el año pasado. Pasase lo que pasase, no debió ser importante, o supongo que me acordaría.
Tampoco recordaba esa noche hasta que me encontré esa libreta, con apenas dos hojas escritas, en el fondo de un cajón.
Resulta curioso enterarme de que que se pueden anotar sensaciones. No, obviamente esas cuatro frases no evocan una imagen clara. Pero sé que se siente al encontrarse una noche despejada en pleno febrero. El cielo es más bonito en invierno, y es definitivamente extraño entontrar tanto brillo en época de lluvia. Por mucho que la adore, no deja de tapar las estrellas durante mucho tiempo. El suficiente para emocionarse de nuevo con tan solo mirar hacia arriba.
También sé como es salir al frío y quedarse allí extasiada, hasta tiritar con el aire helado que tan bien casa con ese brillo gélido y blanco, que empieza a tililar una vez que se te adapta la vista.
Qué bonito.
Nube de vaho.
Fue la primera vez que encontré una nebulosa. Polvo flotante en la nada, ya, no deja de serlo.
Pero brilla.
Y sobre todo, el gran premio a la observaciñón paciente.Ese sentimiento de navidad cuando eras niño, de recibir una sonrisa alentadora, de corazón, cuando tienes un día particularmente malo. El que hace que por un instante, tu universo se reduzca a emoción y fulgor.
El de cazar una estrella fugaz. Y oh, ya recuerdo…
Olvidé pedir un deseo.

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